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“Un par de Zapatos pueden cambiar tu vida, pregúntale a Cenicienta” Anónimo. 

Si estás leyendo esta primera entrada de blog es porque te gustaría conocer un poco más de esta enamorada de los zapatos… Me llamo Zaíra Rodríguez, tengo 35 años y soy de Las Palmas de Gran Canaria, lugar donde vivo actualmente aunque no siempre ha sido así. Voy a contarte cuando surge Zaíra Rodso.

A mis 13 años me regalaron mis primeros zapatos de tacón, esos que ya me podía poner para ir a la calle y que por fin eran mi número, porque antes de ese regalo como seguro muchas de ustedes vivía caminando por casa con los zapatos de mamá. Fue a esa edad cuando empecé a tener muy claro que es lo que quería hacer en mi vida, me pasaba el día dibujando zapatos en los libros del colegio, coleccionando revistas de moda, ahorrando mi paga para comprar algún modelo del que me había enamorado, e incluso esos viajes familiares de verano donde la gente vuelve a sus casas con un imán para la nevera o una figura de recuerdo yo ya estaba pensando en que tiendas visitar para traer un modelo nuevo de zapatos. 

Con 17 años vivía en Inglaterra y aunque seguía pasándome los días dibujando zapatos, el baile se había convertido en mi profesión. A los 19 años ya me instalé en Madrid y aunque seguía bailando. comencé estudios de diseño en la universidad Iade, fue allí en mi último año de carrera cuando decidí unir mis dos grandes pasiones y así cree los primeros Zaíra Rodso dedicados al mundo de los bailes de salón. En ese momento estudiaba por la mañana, por la tarde trabajaba en la firma Cristina Cendoya y por las noches daba clases de baile en la escuela Madrid47, donde también vendía mi calzado. Empecé creando zapatos a medida adaptados a cada clienta, desde los modelos más sencillos a los más alocados y con esta pasión del calzado de baile comenzaron a pedirme zapatos para eventos y fue en ese momento cuando Cristina Cendoya puso toda su confianza en mi y me ofreció su tienda para exponer mis zapatos. Tenía 23 años y estaba enamorada de todo lo que hacía.

 

Comencé a abrirme camino también en las palmas primero con los zapatos de baile y todo estaba caminando genial pero cosas de la vida todo dio un giro de 180 grados, y cuando la parte familiar se ve afectada sientes que te faltan piezas. Me volví a casa con 29 años necesitaba estar con mi familia y absolutamente todo dejó de tener fuerza, ya no bailaba, no dibujaba, y aunque mi pasión no se había ido, todo estaba cubierto por un color que no me representa mucho, el negro. Y de pronto, 7 meses antes de cumplir mis 33 años llegó mi inspiración. 

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